Un aspecto fundamental que debe tenerse en cuenta a la hora de empezar a entrenar es el conocimiento de nuestro propio cuerpo y de cómo reacciona ante el inicio de un ejercicio físico de cierta intensidad.
¿Cómo reacciona nuestro cuerpo al empezar a hacer ejercicio de forma habitual?
Todos empezamos ilusionados y con muchas ganas, pero lo cierto es que, como hemos podido ver, si no conocemos cuáles son nuestras limitaciones y, por lo tanto, no conocemos cómo puede reaccionar nuestro cuerpo, tenemos más riesgo de sufrir lesiones. Pero además hay que tener en cuenta que la realización de actividad física continuada va a conllevar una serie de cambios positivos en nuestro cuerpo que hemos de saber valorar.
Y no, no nos referimos a las más que probables agujetas que van a aparecer y que, con total seguridad, persistirán durante las siguientes 72 horas. Nos referimos a otro tipo de factores de mayor calado que hay que tener en consideración. Y es que hay ciertos estudios que demuestran que, tras un mes de ejercicio físico de manera continuada, nuestro cuerpo va a empezar a producir más mitocondrias. Ello, en la práctica, se traduce en que de manera progresiva cada vez nos sintamos más en forma y más cómodos con nuestro propio cuerpo.
Seis meses después de empezar a entrenar, los beneficios van a apreciarse ya a todos los niveles y, por fin, el cuerpo agradecerá todo el esfuerzo realizado, ya que ese es el periodo medio necesario para comprobar cómo los músculos van adquiriendo forma y cómo aumenta la resistencia personal.
Un año después de haber comenzado con el ejercicio, aumentará la densidad de tus huesos, por lo que será mucho más complicado sufrir la temida osteoporosis. Y no solo eso, ya que también se reducirá la probabilidad de desarrollar diabetes y ciertos tipos de cánceres y trastornos psíquicos.
Asimismo, tal como indican ciertos estudios, se disfruta de una vida más larga, plena y gratificante que en el caso de aquellas personas que no realizan ejercicio. No debemos ignorar que esos mismos estudios también reflejan que la práctica habitual de ejercicio reduce considerablemente la probabilidad de padecer una depresión.
Pero, por supuesto, todo esto no es magia, y hemos de recalcar que precisaremos una fuerte dosis de voluntad, además de llevar una dieta sana y equilibrada, para percibir en nuestro cuerpo los numerosos beneficios derivados de la realización de ejercicio físico.
Empecemos a entrenar
Por lo tanto, tal y como hemos podido comprobar a lo largo de este artículo, a la hora de empezar a entrenar hay que prestar atención a diversos factores clave. Y, sobre todo, tener en cuenta cuáles son nuestras limitaciones físicas, ya que, de lo contrario, al ser novatos en la materia podemos incrementar el riesgo de padecer alguna lesión. Ello no implica que dejemos de lado los numerosos beneficios, tanto mentales como físicos, que lleva implícitos el ejercicio físico para nuestra vida diaria, por lo que recomendamos a todos nuestros lectores que se pongan en marcha y hagan ejercicio de una manera inteligente y práctica. Y les invitamos a que compartan sus experiencias con nosotros.
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