La protrusión discal es una patología degenerativa que afecta a los discos intervertebrales de tu espalda, desplazando el centro pulposo y arqueando el anillo fibroso de los mismos hacia afuera. ¿Quieres saber más sobre esta patología? En las siguientes líneas te explicaremos todo lo que debes saber sobre ella, aunque la mejor opción es ponerte en mano de profesionales como Fisioterapeutas.
Causas
Con el paso de los años, la altura de tu columna irá disminuyendo a causa de la desecación discal, que hace que los discos intervertebrales se deshidraten.
Dicho desgaste, que es completamente natural, puede ser acentuado por determinadas situaciones o acciones que generarán presión sobre tus discos intervertebrales. Hablamos de malas posturas o de compensaciones de movimiento al realizar, por ejemplo, un trabajo constante en deportes o levantamientos de cargas.
Todo ello contribuye a aumentar la tensión sobre los anillos de fibrillas que envuelven a los núcleos pulposos, afectando negativamente a tus discos intervertebrales y pudiendo ocasionar esta protrusión que te comentamos.
Sintomatología
Es bastante habitual que la protrusión no genere síntomas. Sin embargo, si la misma es tan grande como para hacer contacto con una ramificación nerviosa, o bien genera una inflamación importante, podría llegar a ocasionarte las siguientes molestias:
- Dolores en la parte inferior de tu espalda (lumbalgia). En ocasiones, dicho dolor se irradia a la pierna y al glúteo.
- Pérdida de sensibilidad, entumecimiento u hormigueo en determinadas zonas de tu pierna.
- Rigidez o movimientos restringidos.
- Contracturas musculares reflejas.
Prevención
La actividad física regular es tu mejor arma para evitar el surgimiento de esta patología. Actividades comunes como caminar, correr o nadar pueden ser suficientes, aunque también puedes realizar ejercicios más enfocados a la salud de tu espalda, como la gimnasia postural, pilates o yoga.
Es muy importante que efectúes un acondicionamiento previo a cada entrenamiento, y estiramientos lumbares al finalizarlo. Si este consiste en levantamientos pesados, presta mucha atención a la postura de tu espalda.
También debes evitar mantener un estilo de vida sedentario. Si cumples con largas jornadas laborales, es conveniente que integres pausas activas y que vigiles tu postura al estar sentado.
Tratamiento
En la mayor parte de las ocasiones, los casos de protrusión se pueden abordar satisfactoriamente mediante el uso de antiinflamatorios, analgésicos y relajantes musculares, o bien con órtesis (uso de corsé).
La fisioterapia también se ha demostrado muy efectiva, ya que fortalece los músculos de soporte y compensa los desequilibrios presentes en tu espalda, reduciendo la presión lesiva y restableciendo las funciones alteradas.
En casos más graves, se recurre a inyecciones epidurales para brindar analgesia y desinflamar el área afectada. También se puede tratar quirúrgicamente (microdiscectomía).
Como has podido comprobar, la protrusión discal puede ser tratada y prevenida de una manera relativamente sencilla. ¿Te ha parecido interesante este artículo? Coméntanos tu impresión. ¡Esperamos verte pronto!
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